Todo cambia.
Parece que voy montada en un coche que vira en el último momento.
Ese coche azul que unos días me hace estar tan bien y otros tan mal, que me hace tener calor y frío al mismo tiempo. El mismo, que en los días de lluvia me lleva por calles nunca antes vistas. Exactamente el mismo coche que me acerca a mi mundo, aquel, en el que mi imaginación manda, en el cual, solo lo importante puede preocuparte, ese, en el que me siento a gusto.
Así es mi vida, un constante viaje en ese coche azul que no tiene dirección fija.
He llegado a pensar que lo que de verdad importa es el viaje, no el destino... ¿Será cierto?
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